La risa y el llanto, 2 emociones profundamente sanadoras

 


  “Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto”, nos dice Violeta Parra en una de sus más famosas composiciones.

Siempre me ha conmovido profundamente, la música creada por esta mujer excepcional. Pero más allá de la música, y sus reconocidas por todos melodías, lo que realmente me conmueve son sus profundas y a la vez sencillas letras, llenas de una belleza que fluye a través de sus palabras.

La risa y el llanto, manifestados en sus versos, son 2 emociones extremas, sanadoras y mágicas, que nos permiten liberar montañas de energía, que de otra forma no seríamos capaces de manifestar.

Nuestra existencia en todas sus extensiones manifiesta lo divino, a través de lo que somos, compartidos en 3 esferas que son lo físico, lo emocional y lo mental; Lo espiritual (no lo religioso, sino el desarrollo del espíritu), crece a raíz de la armonía entre estos tres aspectos.

La risa nos eleva, nos distrae, nos saca del cansancio, del agotamiento mental y de lo duro que es vivir. Nos traslada a un estado mental, en el cual lo terrible ya no es tan terrible, lo triste ya no nos afecta tanto y crece en nosotros la esperanza. La risa es profundamente sanadora, eleva el espíritu, nos hace experimentar el jolgorio, la felicidad, calma la pena, desata los nudos emocionales, nos saca de lo oscuro, llevándonos a la luz, de vuelta a experimentar el regocijo de estar vivo, por eso la risa es la expresión divina, de un alma sanando.

Muchas veces durante mi vida he escuchado expresiones de represión brutales que pueden decir las personas, a aquellos que manifiestan su felicidad, o su estado de regocijo y diversión a través de la risa… “la risa abunda en la boca de los tontos”, “el que un viernes ríe, el domingo estará llorando”, y otras tantas frases absurdas y llenas de resentimiento que expresan las personas que envidian la risa de los otros, su amargura intentan transmitirla de una u otra forma, para no sentirse más infelices de lo que ya son.

Aquel que intenta robarnos nuestra risa, implantando sentimientos de culpa, de temor al castigo divino por ser felices, por estar alegres, no sólo se roba nuestra luz, sino que también, se priva de ella, restándose a sí mismo como auto flagelo, la capacidad de ser felices junto a otros. No sólo nos hacen infelices a nosotros, si no que se hacen profundamente infelices a sí mismos.

Va hoy nuestro amor y compasión infinita, para todos aquellos que alguna vez lo intentaron, a todos aquellos que, en alguna extensión de nuestras vidas, trataron de una forma u otra,  robarnos nuestra risa, porque están tristes, porque más allá de estar acompañados se sienten profundamente solos y desdichados. Vaya nuestra compasión hacia todos ellos, para que encuentren la felicidad que no los ha alcanzado, que vayan a ellos nuestras risas, nuestra alegría para que sanen algún día.

 

Por otro lado, el llanto libera la pena, la frustración, la decepción, el engaño, pero extrañamente también aparece cuando la felicidad es infinita, cuando el agradecimiento es poderoso, cuando el reconocimiento de los otros nos pilla de sorpresa. Ese llanto de agradecimiento puro que no podemos contener, aparece también junto a tímidas y convulsionadas sonrisas, que nos muestran lo débiles e inexpertos que somos ante nuestras emociones, porque sólo aprendemos a controlarlas, a apagarlas y muy poco a transitar por ellas experimentando lo que producen en nuestra carne, solo nos limitamos a contenerlas, a reprimirlas, a ocultarlas de la vista de los otros, porque nos da vergüenza el llanto, así como también la risa. Por esto somos capaces de pagar una entrada a un espectáculo para que alguien nos haga reír, porque socialmente eso es aceptable, así como también lloramos en silencio, sin que nadie nos vea, para que no nos descubran y nos secamos rápidamente las lágrimas cuando aparecen, para que nadie se dé cuenta, para que nadie sienta compasión por nosotros… qué duros que somos con nosotros mismos, cuánto daño nos hacemos.

El llanto es profundamente liberador, calma el estrés, sana el dolor, mejora la salud. Todas aquellas emociones reprimidas, todas aquellas emociones incluso explosivas, que no sabemos manifestar de ninguna otra forma, las liberamos a través del llanto. Por eso para mí es inexplicable, que cada vez que lloramos, aquellos que están alrededor nuestro traten de calmarnos para que no lloremos, en vez de llorar junto a nosotros. Mostrar empatía es un acto de inteligencia emocional, llorar y reír con los otros es algo que debemos aprender a hacer, porque cuando lloramos y reímos con otras personas, compartimos sus cargas, comprendemos sus miedos, y participamos también de sus alegrías.

Cuando lloramos y reímos soltamos lo que tenemos dentro, nos sacamos las cargas, o compartimos con los otros nuestro exceso de felicidad, nuestro jolgorio. Nos liberamos para seguir adelante, para seguir creciendo, para seguir experimentando la vida, para seguir llorando y riendo por ella, con ella, en ella.

 No hay nada más hermoso que poder expresarnos, no hay nada más transmutador que la risa y el llanto, y es algo que podemos hacer, de forma libre y gratuita, sólo depende de nosotros, y es algo que está al alcance de todos. Todos compartimos estas expresiones de nuestra alma, y a través de ellas nos comunicamos, nos expresamos y nos liberamos mutuamente.

La violeta lo entendía mejor que nadie, no estamos solos, estamos rodeados de otros que son iguales a nosotros, otros que sufren igual que nosotros, otros que merecen ser felices y reír, igual que nosotros:

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me ha dado la risa y me ha dado el llanto

Así yo distingo dicha de quebranto

Los dos materiales que forman mi canto

Y el canto de ustedes que es el mismo canto

Y el canto de todos que es mi propio canto

 

Texto: Paula Rodriguez Bravo

Versos: Violeta Parra


 

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