Nadie dijo que este camino sería fácil


16 de agosto

De tanto llorar y de tanto dolor a través de la vida, aprendí a darle sus tiempos y plazos al sufrimiento. Cuando suena en mi alma la campanilla del STOP, me paro, me seco las lágrimas, y aunque sea cojeando comienzo a caminar de nuevo, hasta que mis piernas se estiran, mientras recojo los pedazos de mi cuerpo, de mi corazón y me armo de nuevo, sanando mis heridas hasta que se mimetizan con mi nueva piel y mis cicatrices comienzan a brillar de nuevo.

El dolor, la decepción y las traiciones, son puntos de inflexión en los cuales nos detenemos ante el duelo de lo que ha muerto violentamente, para poner fin a aquello que simplemente se ha ido.

Los días siguientes miramos el día a día atentamente para recuperar aquello que a otros le habíamos entregado. Respiramos profundo y lento, atendiendo a nuestros sentimientos y a esas metas diarias que poco a poco nos vamos implantando nuevamente… vivir en paz y tratar nuevamente de ser felices.

La vida se pone dura cuando nos olvidamos de lo que vinimos a hacer en ella y ponemos nuestras fichas en los proyectos de otros, ya que nuestra energía se diluye en ello, gastándose lentamente y mermando muchas veces no tan solo nuestra energía sino también nuestro amor propio.

Seguir, después del trauma del dolor es algo que partimos, mirándonos en un espejo, observando en lo que nos hemos convertido y dándonos cuenta de cuánto nos desviamos de lo que queríamos ser.

¿Por qué cuando nos decidimos a caminar con otros, en medio del amor nos distraemos y terminamos mimetizándonos y absorbiendo como nuestros los deseos y proyectos de los otros?, olvidando muchas veces lo que queríamos, lo que nos merecíamos y dejando que los otros proyecten en nosotros lo que ellos quieren que seamos, y nos terminamos comportando tal como ellos quieren que nos comportemos… ¿Por qué lo hacemos?

Y las respuestas pueden ser muchas y variadas, pero la realidad es que cuando vibramos alto y somos felices en ello, irremediablemente los otros tratarán de una u otra forma de colocar piedras en tu camino, para que te distraigas, o colgarte esas piedras para que te mantengan a piso, a la altura de ellos.

Cuando nos acostumbramos a caminar con esas piedras acuesta, nos terminamos cansando, desilusionando y enfermando, pero principalmente nos terminamos acostumbrando a todo ello, y aquellos que no quieren que volemos (por miedo a que lo hagamos tan alto que ya no nos puedan alcanzar), son felices.

Cuando nuestro camino en esta vida es espiritual, te aseguro que la vida será más dura, porque aquellos que nos rodean, incluso aquellos que nos aman, no nos harán las cosas más fáciles, al contrario, muchas veces nos impondrán barreras gigantescas para que no sigamos adelante, o simplemente nos castigarán con indiferencia y desamor, para que terminemos haciendo lo que ellos quieren que hagamos.

Aún con todo esto no los podemos culpar, sólo lo hacen por qué es lo que pueden hacer en esta vida, lo que aprendieron de sus padres y cercanos o simplemente lo que les impuso la sociedad.

Somos nosotros los que permitimos que apaguen nuestra luz.

Somos nosotros los que permitimos que los otros nos impongan sus proyectos.

Somos nosotros los que absorbemos sus ideas, olvidando las nuestras y terminamos declarando como propias las de ellos, cuando lo único que teníamos que hacer era seguir brillando.

Tomar la bandera del amor compasivo, significa seguir amando a pesar de todo, amando a aquellos que nos han dañado, a todos aquellos que nos hacen la vida más dura, a todos aquellos que nos critican e incluso a todos aquellos que ni siquiera conocemos.

Ese amor, esa capacidad de amar a pesar de todo, es la que nos dará finalmente la fuerza para seguir adelante, para sacudir la pena, soltar el dolor, la enfermedad y el duelo.

Es ese amor que proyectamos el que se transformará nuevamente en luz que seque nuestras lágrimas, sane nuestras heridas y haga brillar nuevamente incluso nuestras cicatrices.

Es ese amor el que nos permite amarnos profundamente, permitiendo que podamos comenzar a amar nuevamente a los otros, aunque se encuentren lejos.

Es ese amor, que nace después de la tormenta el que nos hará brillar más fuerte, porque una vez más recordamos y aprendemos a no olvidar principalmente aquello que por ningún motivo debemos dejar pasar…

¡Nos debemos a nosotros mismos el seguir brillando!, aunque duela.

Sólo así pasara el dolor y se transforma en algo mucho más bello.

Muchas veces el camino espiritual nos hace ser solitarios, pero como dice Jodorowsky… “Aunque no tengas nada, si te tienes a ti, tienes todo.”

¡NO TE ABANDONES POR OTROS, SIGUE ADELANTE Y SE INMENSAMENTE FELIZ!, nunca permitas que otros apaguen tu luz.

 

Que puedan ser felices, que puedan estar libres de todo sufrimiento y completamente sanos.

Con mucho amor hacia todos ustedes.

Escrito por Paula Rodriguez Bravo (Satori Shihan Reiki – Terapeuta Holística)


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