La historia del Reiki – El factor Takata Sensei / Primera parte
Este artículo es parte de una serie que pretende contar en parte la historia del Reiki menos conocida. Abro los juegos con la historia de Takata Sensei, una porque es mujer, dos porque en su determinación cambió totalmente la historia del Reiki, dándole un giro que lo trajo incluso a Sudamérica y tres porque su vida, el relato de ella, me parece un espacio no tan solo conocido sino que más bien común a muchas de las personas que les interesan estos temas y que desean aprender más de ello. Además gracias a ella miles de personas se han beneficiado de los beneficios del reiki, y muchos también han aprendido de esta tan fascinante filosofía de vida que humildemente practico. Si eres occidental y prácticas Reiki, puedes decir que gracias a la determinación de Takata Sensei, hoy tú eres Reikista.
La determinación de una hija de inmigrantes
La fascinante historia de Reiki
da un giro significativo gracias a Hawayo Takata, una mujer visionaria que
desempeñó un papel crucial en la expansión de esta práctica milagrosa hacia
Occidente y más allá.
Su encuentro con Reiki ocurrió en
la clínica del sabio Hayashi Sensei en Japón, un lugar de sanación y sabiduría.
Para entender el contexto de su
viaje espiritual, debemos retroceder en el tiempo: en febrero de 1885, apenas
20 años después del nacimiento del maestro Mikao Usui, los primeros inmigrantes
japoneses llegaron a las soleadas playas de Hawái, llevando consigo semillas de
una cultura rica en tradiciones espirituales, el concepto de reiki seguramente
también los acompaño.
Hawayo Takata, nació en Hanamaulu, Kauai, Hawái, bajo el
nombre Hawayo Hiromi Kawamuru, un regalo de su nuevo hogar en las islas
hawaianas. El nombre de Hawayo Takata está profundamente arraigado en la
historia de su familia y la fragilidad de la vida. Nació de Otogorō Kawamura
(1866) y Hatsu Tamashima (1873), inmigrantes japoneses que trabajaban en los
campos de Kauai, Hawái. Antes de su nacimiento, una hermana
mayor, Kawayo, llegó y se fue demasiado pronto, viviendo solo diez días. Los
padres de Hawayo creyeron que el nombre Kawayo era demasiado débil para
sostener la vida. Tres años después del nacimiento de su hermano Kazuo (1897), llego
a este mundo Hawayo, el 24 de diciembre de 1900. Sus padres le dieron su nombre
en honor a la poderosa isla de Hawái, esperando que su fuerza la acompañara
toda su vida.
Sus raíces japonesas se remontan
a sus padres, inmigrantes que trabajaban duramente en las plantaciones de piña,
donde su padre se desempeñaba como cosechador. La vida de Hawayo comenzó con
desafíos, abandonando probablemente sus estudios formales en tercer o cuarto
grado, alrededor de los 7 u 8 años.
La muerte siguió siendo una
sombra familiar: Kazuo falleció el 28 de febrero de 1920, a los 22 años,
probablemente debido a la epidemia de influenza que azotó Hawái en ese momento.
Kazuo había servido brevemente en el Ejército de EE. UU. en 1918-1919 y fue
enterrado en el cementerio japonés de Keālia, cerca del templo budista
Hongwanji, donde su familia solía rezar y Hawayo trabajaba como profesora
asistente. Casi 100 años después, su sobrina nieta, Phyllis Furumoto, sería
enterrada en el mismo cementerio, ahora conocido como cementerio de
Kapa‘a-Keālia.
Sin embargo, su determinación la llevó a
trabajar como asistente de maestra, vendedora y finalmente bodeguera en una
plantación de caña de azúcar, donde pasó 24 años y ascendió a ama de llaves
principal. Fue allí donde conoció a Saichi Takata, el contador de la
plantación, con quien se casó en 1917 y tuvo dos hijas.
La historia de Hawayo Takata se
vuelve aún más conmovedora. Después de la muerte de su hermano Kazuo, su esposo
Saichi Takata comenzó a sufrir de pleuresía, una afección pulmonar grave. En
1923, viajaron a Tokio para que Saichi recibiera tratamiento del Dr. Tomosuke
Maeda, un cirujano ortopédico prestigioso de la Universidad de Keio. La vida de
Hawayo dio un giro trágico en octubre de 1930, cuando Saichi falleció a los 34
años, dejándola sola para criar a sus dos hijas pequeñas. Este punto de
inflexión la llevaría a un viaje transformador hacia Japón y eventualmente
hacia Reiki.
La vida de Hawayo Takata se
volvió aún más desafiante después de la pérdida de su esposo, ya que, para
mantener a su familia, se sumergió en un trabajo extenuante con muy poco
descanso, lo que eventualmente pasó una factura a su salud. Después de cinco
años de lucha constante, Hawayo desarrolló un dolor abdominal debilitante, una
afección pulmonar preocupante y sufrió un ataque de nervios que la dejó al
borde del colapso.
El destino le deparó otro golpe
cruel, una semana después de la muerte de su marido, su hermana también
falleció, y Hawayo se sintió obligada a viajar a Japón para informar a sus
padres de la noticia devastadora en persona. Consideró que era su deber
entregársela con compasión y respeto, en lugar de mediante una carta fría y
distante. Además, Hawayo llevaba consigo una segunda misión sagrada, cumplir
con la última voluntad de su marido, Saichi, llevando sus cenizas a su Japón
natal para un entierro digno, acompañadas de las cenizas de su hermana. En este
viaje obligado, Hawayo también buscaba algo más precioso, alivio para sus
sufrimientos físicos y emocionales en la tierra de su herencia
En 1935, Hawayo Takata regresó a
su tierra ancestral en Yamaguchi, Japón, para compartir la dolorosa noticia del
fallecimiento de su hermana con sus padres y honrar su memoria en el funeral
familiar. Poco después, su propio cuerpo la traicionó, enviándola al Hospital
Maedo de Akasaka con un diagnóstico abrumador, un tumor (posiblemente cáncer),
cálculos biliares, apendicitis y asma. Los médicos sentenciaron… una operación
era inevitable.
En sus grabaciones
autobiográficas, Takata cuenta que comenzó a meditar todas las noches en las
que rezaba a Dios para que la guiara. Una noche, sus oraciones y meditaciones
fueron respondidas por una voz que le decía que su salud era lo primero, porque
no podemos trabajar si no estamos sanos, por lo que nuestra seguridad
financiera y nuestra felicidad dependen de nuestra buena salud. En medio de la
oscuridad y la incertidumbre en una tierra lejana para ella, Hawayo buscó en el
refugio de la meditación, con los ojos cerrados, y escuchó una voz suave pero
firme que la penetró hasta el alma… “La cirugía no es innecesaria.” Sobresaltada,
abrió los ojos, buscó a quien hablaba, pero estaba sola. La voz persistió,
insistiendo que hablara con el cirujano.
Con valor renovado, Hawayo le
preguntó al médico… “¿Hay algún otro tratamiento que pueda probar?”, la
respuesta del cirujano cambiaría su destino para siempre…
“Sí... el tratamiento
Reiki del Dr. Chujiro Hayashi...”
Hawayo optó por la esperanza de
Reiki sobre el escalpelo, y su vida nunca volvería a ser la misma, sin conocer
nada sobre Reiki, quedó impresionada al ver que el diagnóstico de los
practicantes de Reiki en la clínica del Dr. Hayashi coincidía exactamente con
el de los médicos del hospital y comenzó a recibir tratamientos diarios de dos
practicantes de Reiki, sintiéndose asombrada por el intenso calor emanado de
sus manos. Convencida de que utilizaban
algún equipo secreto, un día, con
curiosidad y determinación, agarró las mangas amplias del kimono de uno de los
practicantes... solo para no encontrar nada, la risa del practicante y su
explicación sobre Reiki y su funcionamiento fueron el inicio de una nueva etapa
en la vida de Takata.
Continua mañana con la segunda parte….
Por ahora reflexiona en lo
siguiente:
- Piensa en
como su legado de resiliencia, perseverancia y devoción a la sanación
espiritual y física te inspira a:
ü Cultivar
nuestra salud holística en cuerpo, mente y espíritu
ü Reconocer
la profunda unión entre nuestra esencia espiritual y nuestro bienestar físico
ü Honrar
su enseñanza: "La sanación comienza dentro"
- Como en
medio de la adversidad, especialmente hoy en dia, el ejemplo de Takata
Sensei no invita a que nos unamos en un compromiso renovado con:
ü Nuestra
propia salud y bienestar
ü El
cuidado amoroso de quienes nos rodean
ü La
expansión de la conciencia y la sanación colectiva
Que la luz de Hawayo Takata guíe
nuestro camino hacia una vida más plena, sana y espiritualmente rica.
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Autor: Shihan Paula Rodriguez Bravo
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